EL MUNDO

2 de marzo de 2007

 

Huérfano y sepulturero

Este desempleado francés de 22 años se vio obligado a cavar personalmente la fosa de su padre al no poder pagar los gastos del entierro

RUBÉN AMON. Corresponsal
 

PARIS.- Una cosa es lavar los platos para costear la factura pendiente del restaurante y otra muy distinta, cavar con las propias manos la fosa del progenitor a falta de recursos económicos en el trance del sepelio.

Le ha sucedido a Hérve Féton, un desempleado de 22 años que se ha convertido en el símbolo mundano de la precariedad francesa y en el sepulturero ocasional de la empresa de pompas fúnebres Robert Sautier. El propietario no tiene nada que reprocharse. Entendía natural e incluso humano dotar a Hérve Féton de una pala y un pico para financiarse la factura de 1.700 euros que originalmente costaba la maniobra.

Los vecinos de Laon, al noreste de París, habían contribuido con una modesta colecta al sufragio de las exequias del difunto, pero los dineros recaudados a pie de tumba fueron insuficientes para evitar el dramatismo de «una experiencia dolorosísima». Palabra de Hervé Féton y de los tres compañeros que se avinieron a cavar la fosa del difunto.

Es la tumba más pobre del cementerio. La única que identifica al finado con una cruz de madera y una montaña de arena oscura. No tiene lápida ni epitafio. Tampoco otras inscripciones que el nombre del señor Honoré escrito con la torpeza de un buril sobre el brazo del crucifijo. «No tenía elección», explica Hervé consternado. «Mi falta de liquidez y mi situación de desempleado me han obligado a protagonizar un trauma que nunca voy a poder olvidar y que hace más dolorosa la muerte de un padre».

Las declaraciones revisten especial gravedad en la boca de un muchacho cuya biografía consiste en una enciclopedia de fatalidades. Perdió su madre a los tres años, padeció la iracundia de un progenitor alcoholizado y fue asignado a una familia de acogida cuando cumplió los ocho años.

La reconciliación con su padre se produjo en 2003, aunque Hervé no ha conseguido estabilizarse afectiva ni profesionalmente. Probó fortuna como camarero y como fontanero. Tuvo a su cuidado los jardines municipales. Y ha terminado su experiencia laboral emulando a los viejos enterradores.

Su iniciativa es legal, de acuerdo con los tratados de Derecho nacionales. Pero inmoral, según la opinión del presidente de la Asociación Francesa de Información Funeraria (AFIF).

Se llama Michel Kawnik y sostiene que ninguna sociedad civilizada puede convertir el entierro de un padre en la solución de un problema financiero: «Nadie parece haberse preocupado de calcular las consecuencias psicológicas que pueden conllevar esta situación. No siempre la ley se aplica con sentido ético».

Ya puestos, el señor Kawnick arremete también contra el sector funerario francés. Le acusa de haber incrementado a su antojo los gastos de las exequias -a un ritmo anual del 8%- y de haber aprovechado la vulnerabilidad de los duelos familiares para redondear mayúsculos negocios en las arcas del más acá.

Menos mal que la historia de Hervé Féton tiene moraleja y final feliz. La noticia del escabroso entierro y la dimensión mediática del escándalo han provocado una oleada de solidaridad pecuniaria por parte de la sociedad francesa. El muchacho podrá construir una tumba en condiciones, incluso ha recibido ofertas de trabajo para reconducir su existencia.

No ha sido pequeño el precio. Tampoco ha sido grande el corazón de funerarias Sautier, cuyo titular insistía en haber ofrecido a Hervé una financiación de la deuda en cómodos plazos.

 


LO DICHO Y HECHO

«Mi falta de liquidez me ha obligado a protagonizar un trauma que nunca olvidaré»

1985: Nace en Laon, al noroeste de la capital francesa. 1988: Fallece su madre. 1993: Es alojado, junto a su hermana, en una familia de acogida. 2003: Regresa a vivir junto a su padre, cuyo nombre es Hugues Honoré. 2007: Tres días después de la muerte de su progenitor, acontecida el 7 de febrero, Hervé y tres amigos cavan la fosa del difunto y se desata en los medios franceses una gran polémica.

 

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